Prólogo
Jacqueline Frances Kerdreux nació en el siglo XXIII, justo después de que el calentamiento global y la poderosa mente tecnológica arrasara con todo. Ahora el mundo es un desierto, un cementerio para las antiguas grandes ciudades y para los trozos de robots que fueron desechados por la gente cuando se prohibió la utilización de androides y robots en todo el planeta.
Cada vez hay menos humanos. La ciencia tuvo el error de convertir a su mayoría en híbridos con animales, y el mercado negro busca sangre pura para comerciarla y que los híbridos se vuelvan de nuevo humanos. Se concentran a los pocos niños humanos en Internados, donde crecen a salvo. Pero muchoas veces son atacados por rebeldes que quieren un mundo sin humanos.
Jacqueline nació, creció y vivió sus diecisiete años de vida en uno de estos internados, en el área de mecánica, donde les enseñaban a usar piezas de robots para todo tipo de cosas. Tenía una vida hecha: amigos, estudios, beca para vivir en Nueva París... Hasta que una noche llegaron. Eran demasiados para que ella y sus compañeros se pudieran defender. Se los llevaron a unos quirófanos donde los convirtieron en híbridos con animales aleatorios, les dieron unos pocos suministros y los soltaron en medio del desierto.
Cuando Jacqueline despertó, no recordaba quiénes eran sus compañeros en el internado, ni cómo era antes de ser híbrido. Solo recordaba la cara de esos rebeldes y cómo usar un par de herramientas que tenía al alcance en el Internado. Cuando buscó a su alrededor, encontró tres cantimploras, veinte latas de comida, un machete, una linterna, una manta, un destornillador, una llave inglesa y un mapa.
Ese mapa conducía a La Equis. Estaba un poco lejos, a unos diez días andando, pero tenía que llegar allí. Alguien había escrito "Liberté" debajo de esa equis en el mapa. Y ella quería tener una vida de nuevo. Quería ir a Nueva París, empezar de nuevo y no huir más.
Jacqueline quería su libertad, y pensaba conseguirla a toda costa.
JFK.
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